El truco infalible de utilizar la cáscara de huevo para las plantas
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Es uno de los alimentos más completos que existen, y más allá de alguna que otra polémica, todos deberíamos incluirlo en la dieta. De hecho, no sólo puedes usar su contenido en la cocina sino también utilizar la cáscara de huevo para las plantas de tu jardín.
Este producto de origen animal es famoso por su amplia variedad de micro y macronutrientes, mayormente en la clara y la yema. Además, si bien muchos no lo saben, en su cáscara hay todo tipo de nutrientes que pueden aprovechar las diversas especies.
Cómo utilizar la cáscara de huevo para las plantas
Dentro de la cáscara hay carbonato cálcico y, asimismo, una gran variedad de minerales. Por ejemplo, el potasio y el magnesio.
Este recurso natural y económico les permite a las diversas especies hacerse con calcio de forma simple y sin contraindicaciones. Puedes reemplazar los añadidos químicos que suponen el mismo efecto positivo pero que pueden causar problemas en tallos y hojas.
Por lo tanto, la cáscara de huevo es una de las mejores opciones para añadir al compost sin medir la cantidad que eches en él. Tardará más en descomponerse que otros alimentos, pero al cabo de un mes aproximadamente ya estará convertida en compost.
Una vez que el proceso de transformación haya culminado, dispondrás de un abono natural de máxima pureza para tus plantas. Gracias a éste podrás fertilizarlas y, si así lo quieres, controlar el pH del suelo para reducir su acidez en el caso de que sea necesario.
Eficaz contra las plagas
Pero más allá de sus nutrientes, es recomendable adoptar las cáscaras de huevo en la jardinería porque combaten de forma eficaz esas plagas que más suelen preocuparte. Entre ellas, las babosas y los caracoles, porque las aristas de las cáscaras los alejan. Y es importante porque son algunas de las plagas peores para nuestras plantas.
Con el paso del tiempo, esos insectos «aprenden» que no deben acercarse donde haya cáscaras. No dudes en proteger tus plantas con restos de huevo para que no se las coman los diversos insectos que pululan cerca. Es un repelente ideal, que no altera la naturaleza.
Utilízalas molidas
Para que la descomposición de las cáscaras no sea tan lenta, deberías molerlas antes de echarles en tu tierra o en tu compost. Espera a que se sequen completamente al sol y, una vez que estén listas, tritúralas y échalas en las macetas o en el jardín.
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